jueves, 12 de septiembre de 2013

Latidos de un viajero (poema IX) - Corpus delicti

La carne de tus labios es fruto de una flor de calaveras,
lombrices de colores que engañan a mi pupila;
y aun así sonríes en esta fría avenida.

Los rizos de tu cabello son garras que asfixian
un reloj estrechado por los ojos de la luna;
y aun así sonríes secuestrando la idea de mi cuna.

La sombra de tu cuerpo es un ángel depravado
en el cual descanso bajo nubes que amenazan con sus rayos;
y aun así sonríes aspirando al tesoro de mi altura.

¡Sonríe! ¡Sonríe mientras mis dientes choquen!
Pues serás musa entre la sangre de un cuaderno de serpientes.

¡Pero no! ¡No llores! ¡Sigue sonriendo!
Pues es fortuna para mi vientre
yacer perturbado entre los senos de tu muerte.


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