Siento ahogarse mi carne
en un recipiente de enfados y alegrías,
océano donde la esencia brilla
y la vergüenza es solo un rumor.
Mi aliento cruza mil avenidas
conversando con figuras;
crueles, infieles y vivas
son las risas que retumban en su interior.
Dolor, dolor, dolor...
¡Pasión, pasión, pasión!
Terror, terror, terror...
¡Amor, amor, amor!
¡Cada lágrima apunta al pasado!
¡Cada punzada apunta al presente!
¡Cada temblor apunta al futuro!
¡Cada grito apunta a la eternidad!
Por eso, a pesar del temor, camino.
Por eso, a pesar de la ilusión, confío.
Porque cada sueño del espíritu
es la semilla de un mundo mejor.
Poemario de Emilio J. Barrero. Un pequeño rincón de este universo donde todo está permitido. Atrévete a chapotear entre océanos de incertidumbre y sangre maloliente, pues solo así podrás ser un árbol más que crezca en este arenal de vicios, pero también de piedras. Camina, que no es poco.
sábado, 18 de octubre de 2014
jueves, 19 de junio de 2014
Tanantología (I) - Existencia
Un cuadro sin firma,
de máscaras y bestias a pintar,
invocó el vacío más oscuro
que mi voz ha rogado jamás.
Viento grisáceo que ahoga mis pulmones,
antídoto que atrae los males;
hierro rojo, seco, sucio,
que atraviesa la verdad.
Soplos de náusea rozan mi aliento
a la espera de una luz que hiela
los más lejanos recuerdos
que hicieron perder mi vida.
¡Las tinieblas también cantan!
¡La felicidad también sangra!
Gritaron los cuerpos arrasados
por el fuego del volcán.
Pues no soy ceniza del miedo,
tampoco del cielo un titán,
solo un sueño que respira
en un contínuo agonizar.
de máscaras y bestias a pintar,
invocó el vacío más oscuro
que mi voz ha rogado jamás.
Viento grisáceo que ahoga mis pulmones,
antídoto que atrae los males;
hierro rojo, seco, sucio,
que atraviesa la verdad.
Soplos de náusea rozan mi aliento
a la espera de una luz que hiela
los más lejanos recuerdos
que hicieron perder mi vida.
¡Las tinieblas también cantan!
¡La felicidad también sangra!
Gritaron los cuerpos arrasados
por el fuego del volcán.
Pues no soy ceniza del miedo,
tampoco del cielo un titán,
solo un sueño que respira
en un contínuo agonizar.
viernes, 10 de enero de 2014
Poemas para no dormir (II) - La bestia
Cuentan que sus ojos,
como murciélagos al borde de un tornado de nervios,
transforman la tierra en fuego.
Cuentan que su boca,
como sombra cautiva en la vileza de la Luna,
devuelve la muerte a las sonrisas.
Cuentan que su pelaje,
como agujas en los miedos de aquel joven trapecista,
acaricia con frialdad los lunares del cielo.
Cuentan que sus garras,
como labios agrietados que engañan al capricho,
describen un cuervo en la suciedad de un espejo.
Cuentan que su sangre,
como veneno camuflado en la copa del más fuerte,
convierte los órganos en hielo bajo el silencio del delirio.
Cuentan que su espíritu,
reflejado en el nombre de una esfera de cadáveres,
respira en cada huella de tu fracaso.
como murciélagos al borde de un tornado de nervios,
transforman la tierra en fuego.
Cuentan que su boca,
como sombra cautiva en la vileza de la Luna,
devuelve la muerte a las sonrisas.
Cuentan que su pelaje,
como agujas en los miedos de aquel joven trapecista,
acaricia con frialdad los lunares del cielo.
Cuentan que sus garras,
como labios agrietados que engañan al capricho,
describen un cuervo en la suciedad de un espejo.
Cuentan que su sangre,
como veneno camuflado en la copa del más fuerte,
convierte los órganos en hielo bajo el silencio del delirio.
Cuentan que su espíritu,
reflejado en el nombre de una esfera de cadáveres,
respira en cada huella de tu fracaso.
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