viernes, 10 de enero de 2014

Poemas para no dormir (II) - La bestia

Cuentan que sus ojos,
como murciélagos al borde de un tornado de nervios,
transforman la tierra en fuego.

Cuentan que su boca,
como sombra cautiva en la vileza de la Luna,
devuelve la muerte a las sonrisas.

Cuentan que su pelaje,
como agujas en los miedos de aquel joven trapecista,
acaricia con frialdad los lunares del cielo.

Cuentan que sus garras,
como labios agrietados que engañan al capricho,
describen un cuervo en la suciedad de un espejo.

Cuentan que su sangre,
como veneno camuflado en la copa del más fuerte,
convierte los órganos en hielo bajo el silencio del delirio.

Cuentan que su espíritu,
reflejado en el nombre de una esfera de cadáveres,
respira en cada huella de tu fracaso.