martes, 9 de abril de 2013

Latidos de un viajero (poema II) - El himno

Un himno se apodera de mi sangre,
irónica cuestión para un corral sin pulmones,
pues la tierra no hace a la roca
por más que la razón escupa.

Mis piernas cual alfil de luz,
mi espalda cual perro con bozal,
anatomía israelita que roza el vendaval.

Los reyes, como colmillos de pupila,
mi martillo intentan doblar,
pero es mi saliva de acero,
es mi tos de cloroformo,
la que hace al grillo danzar.

Los sueños sueños son,
la carne el tiempo la robará;
pero no temas, querido peón,
pues la tierra no es dueña
del himno que cantarás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario