jueves, 14 de marzo de 2013

Cenizas y otros viejos licores (poema II) - Viento


Todavía es pronto, demasiado pronto,
el Sol ni siquiera ha salido, con sus rayos luminosos;
luz que ilumina al glorioso,
luz que orienta al acero victorioso,
el olor del aire de un paraíso armonioso.

Rugen mis pulmones aún inmaduros y débiles,
y mis pies pisan praderas secas y estériles;
ya que nadie conoce el alma de este simple poeta,
pues anónimo soy, pero al final del sendero una figura me espera.

Camino sin voz, herido, pero algo cura mi dolor,
algo que aviva la llama que habita en mi interior,
sopla con fuerza, siento el cosquilleo, mariposas no son,
similar a la lágrima que cae reflejada en mi sudor.

Mi corazón aspira a más, y mi alma pide,
pero la tentación no durará, ya que mi sangre vive,
y mi raza decrece con rojo y se deprime,
mientras mi mano escribe, y mi propia luz revive.

Ya que pronto, pronto me di cuenta, querido corazón,
tú eres mi llama, tú eres mi vida, tú eres mi valor;
la esperanza reflejada en pasión,
ya que no estamos solos, nos tenemos a los dos.

Corazón y alma juntos hacen que sea lo que soy,
un viento que soplará mañana y que refresca hoy.
Anónimo, pero entre la muchedumbre, sombra demente,
mendigo soñador en las calles donde habita mi gente.

¡Qué triste vida la del poeta que perdió su tridente!
Mas qué grandiosa muerte la del hombre que el fuego enciende.



No hay comentarios:

Publicar un comentario