domingo, 24 de marzo de 2013

Cenizas y otros viejos licores (poema VI) - Corazón gigante

Chapoteamos entre mares de ron y barro
en busca de un vaso que limpie nuestro fracaso,
pues el aspirar a mariposa no hace volar más alto
al lobo que vive sucio y despellejado.

El alma susurra gritos que acaban en impotencia,
silencios del poeta cuando la rosa es su esquela;
una porción de sueños de carbón para ojos malhumorados,
y aun así seguimos respirando al maldecirnos entre la mierda.

Versos que desaparecen entre sombras de garrapatas,
sangre que se seca entre arenas del desierto;
pero es mi cuerpo putrefacto,
es mi ente intacto,
el que soñará bajo tu árbol.

No llames a la lógica,
no llames a la zarza ni a la magia.
¡No espero comprensión alguna!

No entiendo mis suspiros, tampoco la hierba,
ni el agua, ni la más espesa niebla,
¿pero quién entiende el alma de un poeta?

Estos versos morirán al no encontrar su belleza en la pradera,
aun su esencia vive iluminada por la luz de un ataúd
que permite vivir bellamente
bajo un molino que siempre es gigante en el corazón.


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